Tras un par de clases en las que la inspiración no me venía, me acordé de un suceso gracioso en el cumpleaños de mi hermana, y que a todos nos ha pasado alguna vez. Mi hermana soplaba las velas y como por arte de magia volvían a encenderse al momento. Al final, y con la ayuda de los veinte mocosos invitados, conseguimos apagarla. De eso va mi película en el Alice, con algún que otro toque personal.